
Una defensa del R.P. Pablo Bianchetti – Una sugerencia al R.P. Federico Highton
Por Tomás I. González Pondal
“-¿Será como si los hechos no hubieran existido?
-Será; pero existieron. Y hay que abrir los ojos”
Generalidades
Quisiera comenzar este escrito que también podría llamarse “descajoneando cajoneadas” (permítaseme la invención), haciendo una amical invitación, principalmente a todos los sacerdotes que lean este escrito. La invitación es esta: a que se lea íntegramente, si es que no se lo ha leído, el libro “La Dignidad y Santidad Sacerdotal” de San Alfonso María de Ligorio. Es un libro más bien corto, rico en contenidos, de fácil lectura, profundísimo, íntegro, esclarecedor y, no es un dato menor, escrito por un Doctor de la Iglesia. Y bien, tras su lectura, podrá apreciarse dónde en la actualidad aparece ÍNTEGRAMENTE esa dignidad sacerdotal solicitada por San Alfonso. De esa lectura se puede extraer un dato interesante que diré al final de mi escrito.
Antes de proponer algunas respuestas a lo que escribió el P. Federico Highton (Dr. también como nos los hace saber) contra aseveraciones del P. Pablo Bianchetti, pienso que lo que hizo es abrir, aún más, innecesarias rispideces, precisamente en tiempos en donde ya los extremos, modernistas por un lado y católicos fieles a la tradición por el otro, se vuelven evidentes y decisivos. El escrito del P. Federico Highton, supone, en mi visión, un tardío intento de defender lo ya indefendible, puesto que, como lo iré probando, los frutos dañinos que ha dado Concilio Vaticano II solo dejan de ser visibles para el que no quiere verlos.
Sostuvo el P. Highton: “En la Orden San Elías celebramos la Misa Romana Tradicional (y no, como muchos erróneamente dicen, la Misa “Tridentina” o “de San Pío V” ya que ni Trento ni ningún Papa del Renacimiento crearon la Misa Romana Tradicional). Rezamos la Misa Tradicional, mas no por eso consideramos que la celebración de la Misa Nueva sea un pecado. Pero, un sacerdote argentino que vive en Bogotá, pontifica, entre otros graves errores, que la celebración y la participación de la Misa Nueva es un acto per se pecaminoso. Hemos visto unas de sus pretendidas lecciones, dirigidas a un público lego que acata sin chistar lo que le diga este sacerdote, Pablo Bianchetti, de la Fraternidad Sacerdotal “San Pío X” (FSSPX)”. Le respondo al Padre: No hay ningún error en llamar a la Misa Católica, Misa Tridentina, pues se sabe que con tal denominación no se está aludiendo a que un Papa la haya creado, sino a lo que hizo el Papa San Pio V respecto a la misa tradicional, y lo que mandó con su Bula Quo Primum Tempore. Lamento que el Padre Federico se muestre tan puntilloso con ciertas cosas, y deje pasar otras bien pero bien gruesas, muy impropias, por cierto, de un doctor. A estas alturas del partido, hay algunos que siguen soslayando un hecho bastante interesante: la supuesta refutación sobre la pecaminosidad dada en la Misa Experimental o Novus Ordo Misae, no se la deberían hacer primeramente al Padre Bianchetti ni a Monseñor Lefebvre, se la deben más bien a dos eminencias y príncipes de la Iglesia, esto es, a los Cardenales Ottaviani y Bacci; es más, se la deben hacer a la Tradición misma. Los Cardenales consabidos, han dicho en su célebre obra ‘Breve Examen Crítico del Novus Ordo Misae’ (¿por qué no la nombran?), que “la Nueva Misa se aparta en conjunto y en detalle de la teología católica de la Santa Misa” (ed. Iction, Buenos Aires, 1980, p. 7).
Está claro: “el Novus Ordo SE APARTA EN CONJUNTO Y EN DETALLE DE LA TEOLOGÍA CATÓLICA DE LA SANTA MISA. Con el libro indicado muchos pueden enterarse lo que ha sucedido años atrás y que muchos quieren que no se sepa. ¡Hay que conseguirlo y leerlo! El Padre Federico, en intento frustrado de refutación, sostiene en el 2022 que P. Bianchetti ha dicho que la celebración y participación en la Misa Nueva es algo per se pecaminoso, y ahí entonces apunta (¡INNECESARIO! –como dije) sus dardos. El Padre Federico debe primero refutar (¿querrá intentarlo?), a dos grandes defensores de la Fe, una vez más, Ottaviani y Bacci, quienes en 1969 dijeron algo más tremendo que lo dicho por Biancheti: “el apartarse de la tradición litúrgica (…) para sustituirla por otra nueva – que no puede no ser un signo de cisma, por las innumerables facultades implícitamente concedidas, y la cual pulula ella misma con gravísimas ambigüedades, por no decir errores manifiestos contra la pureza de la Fe Católica- nos parece, para expresar nuestra opinión más benigna, el error más monstruoso!” (Breve Examen… p. 109).
¿Alguien podría anotar qué es lo que puede derivarse de monstruosidades? Por cierto, recalquémoslo: se trata de su opinión más benignaY ya que al P. Highton le gusta la defensa de la misa posconciliar y de la misa preconciliar, podrá también responder a los purpurados citados, cuando dicen: “El nuevo rito complacerá (…) en sumo grado a todos aquellos grupos que ya próximos a la apostasía, devastan a la Iglesia (…). Peligro más terrible que éste nunca existió en la Iglesia” (Breve… p. 99). Tenemos entonces “errores manifiestos contra la pureza de la Fe católica”, y que le nuevo rito complace a grupos que rayan “la apostasía” y que “devastan a la Iglesia”. Está en juego la integridad católica. Sobre la apostasía sostuvo Santo Tomás: “si se aleja de la fe, en este caso parece que se aleja absolutamente de Dios. Y, por lo tanto, simple y absolutamente se da el nombre de apostasía a aquella por la que el hombre se aparta de la fe, a la cual se llama apostasía de perfidia” (II, II, q. XII, a. 1).
Dice el Padre Highton que su respuesta “no tiende a festejar la Misa de S.S. Pablo VI, para promover la enésima división ni para ganar ‘puntos’ en la política eclesiástica, sino para extirpar los escrúpulos infernales que, por más santas que sean sus intenciones, este tipo de predicadores siembran en muchas almas. Conste que escribimos estas líneas con sumo pesar y que no nos mueve el deseo de castigar a tal o cual clérigo o grupo sino sólo el de ayudar a las almas y liberarlas del tormento de la perplejidad de conciencia, en lo que a este capital punto respecta, y este fruto no es de poca monta ya que, como escribía el Padre Castellani en ‘El Ruiseñor Fusilado’, uno de los peores tormentos es la perplejidad de la conciencia en materia religiosa. En efecto, como dice aqueste grande teólogo, ‘la perplejidad de conciencia es una gran tortura, sobre todo para una conciencia delicada —porque la Iglesia tiene el poder de obligar ‘en conciencia’, poder tanto más fuerte cuanto más fe y amor tiene el obligado. La tortura de la perplejidad de conciencia—the divided soul de los psicólogos—, es una de las peores que existen, dice Juan de la Cruz” (Castellani, L., El Ruiseñor Fusilado. El Místico, Penca, Buenos Aires 1952, 36).”
El Padre Highton, según sostiene, no festeja, pero dados sus silencios respecto de lo que no ataca y que debería atacar, termina, al menos, de anfitrión de los que festejan. No es el Padre Bianchetti el que siembra ningún tipo de perplejidad infernal en ningún alma. Es realmente tristísima la falaz imputación del Padre Highton. No es el defensor de la fe el que siembra perplejidad, es el malabarista de medias tintas el que lo hace. Un verdadero doctor, si se preocupase por mostrar la verdad, habría advertido que no son las prédicas del buen Padre Bianchetti las que causan perplejidad a las almas, sino que ya en 1969 Ottaviani y Bacci decían en el “Breve…”: “Las recientes reformas han demostrado suficientemente que nuevos cambios en la liturgia no podrán hacerse sin llevar a la desorientación más total a los fieles que ya manifiestan que les resultan insoportables y disminuyen incontestablemente su fe” (Breve… p. 8) ¡Qué justo nos viene lo del P. Castellani: pues ha sido a causa del Novus Ordo, que “en la mejor parte del clero, esto se nota –la desorientación- por una crisis de conciencia torturadora de la que tenemos testimonios innumerables y cotidianos” (Breve, p. 8).
Habla el Padre Federico de escrúpulos infernales, sin advertir que, en verdad, lo que es realmente infernal es la inescrupulosidad. Aún cuando la escrupulosidad pueda provenir de una inspiración demoníaca, siempre se da en ella una suerte de rodeo que comprime el espíritu, en donde aparecerá una excesiva vigilancia. Pero es en la inescrupulosidad donde el espíritu desvaría; es allí donde la inspiración demoníaca reduce toda vigilancia, donde propone todo extremo, donde sugiere todo libertinaje. Es en la inescrupulosidad donde se dio rienda suelta al pisotear la tradición católica para así poder suplantarla por las innovaciones modernistas; es allí donde aparece la comunión en la mano, el descuido de las vestimentas -al punto que la indecencia campea en los templos- , el lenguaje chabacano donde la respetuosidad sagrada ha desaparecido.
En fin, es en la inescrupulosidad infernal donde lo mundanal y el humo de Satanás se infiltraron en la Iglesia. Otras aseveraciones del Padre Federico: “Nos sobran ocupaciones apostólicas, pero hemos sacado tiempo de donde no tenemos para escribir estas líneas -que no tienen ninguna pretensión de genio u originalidad- ya que conocemos de primera mano almas que están sufriendo por discursos como el que sostiene el padre Bianchetti (y muchos de sus cofrades de la FSSPX), algunos llegando al punto de negar prácticamente el Tercer Mandamiento de Dios (“Santificarás las fiestas”) y el Primero de la Iglesia («oír misa entera los domingos y demás fiestas de precepto […]» [CIC nº2042]) puesto que temen que si van a la Misa Nueva -aunque la celebre la comunidad St. John of Cantius con el máximo esplendor cultual-, ofenderían a Dios, lo cual no es sino el colmo del absurdo. Este tipo de narrativas, como la de Bianchetti, terminan llevando a muchas almas confundidas a preferir la ‘Misa por Facebook’ -plataforma creada y manipulada por un enemigo de Dios- antes que asistir presencialmente ante el altar del Dios vivo, como si la mediación de pantallas y cámaras superase el contacto físico con el Amor de los Amores, casi como creyesen que se distancian más de Lutero por conectarse a las redes (a)sociales que por arrodillarse ante Cristo Crucificado en el altar de Dios.”
Respondo: También saco tiempo de donde no tengo, pero mis temas judiciales no me impiden del todo hacer una defensa del Padre Bianchetti y de lo que considero verdadero. Conozco almas que sufren por discursos como el del Padre Federico, que confunde Mandamientos con Preceptos, almas de cuyos sufrimientos terribles ya vimos que nos daban cuenta los dos cardenales consabidos, y que nos decían, lo repito, que tenían crisis de “conciencia torturadora de la que tenemos testimonios innumerables y cotidianos”. Desde mucho antes de 1969 las invenciones del modernismo vienen generando variadísimas torturas. Muy románticas las palabras del sacerdote doctor, mas conviene hablar respecto de lo que está silenciado: no se trata de St. John y su esplendor, se trata sencillamente que es la Nueva Misa. No se trata del vestido de un maniquí, se trata del maniquí. Se trata de que la misa de siempre, la misa íntegramente católica, no da pie para otra cosa que para lo católico. Es precisamente con el ejemplo de St. John dado por el Padre Federico, que está admitiendo que la Nueva Misa da para, igualmente, que alguien la pueda celebrar con el mínimo esplendor cultual. Esto el sacerdote lo soslaya, pero esto es lo que se ve en todo occidente.
Solo hay que ver. Y es esto lo mismísimo que dijeron los Príncipes de la Iglesia que vengo citando, los que, nuevamente lo exponemos, señalaron al Nuevo Rito como algo que concede “innumerables facultades implícitamente concedidas.” Y ya que con tanta soltura el padre Federico nos habla de los enemigos de Dios, un doctor de su “rigor conceptual”, no debería ignorar que el Novus Ordo ha sido elaborado con la concurrencia de los peores enemigos de la fe. Lo diremos con el “Breve…”: en el Novus Ordo se han “introducido elementos por los cuales se rebaja el Rito Romano, acercándose al nivel de ciertos ritos de los Reformadores (y ni siquiera de aquéllos que más se aproximan a la Fe católica” (Breve... p. 97) Se ve… No es un temita del Padre Biancheti… ni del gran obispo Monseñor Lefebvre… ni del 2022… un poco más abajo: algo así como 1969 (incluso más abajo).
Quien habla de que quiere ayudar a las almas, sale también con las descalificaciones. Y entonces el Padre Highton trata al Padre Biancheti y cófrades de “superapóstoles”. Le pido al sacerdote de San Elías que baje al menos hasta 1969, y que le haga saber a sus fieles lo que pasó ahí. Que ellos puedan leer sin trabas el Breve Examen Crítico o el Rin desemboca en el Tiber, para que se vea con claridad y sin sesgos que terminan siendo complicidades, lo que se hizo en Concilio Vaticano II, lo que se hizo con la Santa Misa. Y por eso, ¿saben?… Aunque a los padres de la FSSPX los tilden de lo que quieran; los descalifiquen de mil maneras; los castiguen a más no poder; verdaderamente ellos son íntegros defensores de la Fe Católica. Dan a conocer la verdad sin malabares. Ellos cumplen íntegramente las advertencias joánicas de “conserva lo que tienes”, “lo que te fue transmitido”. Ellos no hacen falsos ecumenismos. Verdaderamente, diría que son, en el buen sentido, superapostoles en un mundo de supermodernistas: hombres abnegados, reducidos, condenados, tratados como falsos siendo veraces; guerreros de la fe católica, íntegra y sin componendas, sin mixturas; viven un martirio silencioso.
Defensa del Padre Bianchetti
El Padre Federico, muy convencido de ser tomista, pasará a hablar “De los errores del padre Bianchetti”. Dirá: “Primer error del p. Bianchetti: la misa tradicional, la misa católica. No estoy distinguiendo. Son la misma. La misa católica, la misa tradicional, es la misa de la Iglesia. El p. Bianchetti identifica la misa católica con la misa tradicional y lo enfatiza diciendo que esa ‘es la misa de la Iglesia’. Nosotros, nos preguntamos: ¿sabe este sacerdote que en la Iglesia hay muchos ritos (Romano, Bizantino, Copto, Mozárabe, Malabar, Maronita, Ambrosiano…) y que por ende no se puede decir que tal o cual rito es la misa católica y por ende la misa de la Iglesia?”
Respondo: ¿Sabrá el P. Federico que en lógica básica una afirmación no tiene porqué ser una exclusión? Efectivamente, está perfecto decir que la misa tradicional es la misa católica, la misa de la Iglesia. Pues es la misa católica la misa de la Iglesia, ni otra misa tiene la Iglesia que la católica. Y un rito bizantino será bizantino, mas no por ser bizantino dejará de ser católico si conserva lo católico: y es una misa católica de la Iglesia Católica. Pero el Padre Federico desvía el asunto: como si el Novus Ordo tuviera participación en esa variedad. No. El Novus Ordo es bien definido como Misa experimental. Vamos de nuevo a 1969: “En realidad, cualquier fiel perteneciente al Rito Oriental se erizará, tanto el espíritu del Novus Ordo se presenta no ya conforme, sino opuesto al Rito de los Orientales. ¿A qué se reducen en definitiva las innovaciones introducidas con espíritu ecuménico?” (Breve… p. 95). Claramente. La comparación del Padre Federico es improcedente: el Novus Ordo rompió con la catolicidad, se trate del rito occidental católico o se trate de ritos orientales católicos.
Afirma el Padre Highton: “Segundo error del p. Bianchetti: “Validez y licitud. (…) Bianchetti trata de explicarle a sus alumnos la distinción canónica entre validez y licitud. La explicación es muy rara. Dice que la licitud supone la observancia de leyes eclesiales pero agrega que esas leyes dependen de la naturaleza de las cosas, olvidando que la mayoría de la las normas litúrgicas son convencionales y no naturales aún si muchas de estas convenciones las hubiese fijado los Apóstoles. De hecho, hay un pasaje clarísimo de la Summa donde Santo Tomás señala que muchas cosas de la Sacra Liturgia son de origen apostólico, mas convencionales. Leamos: ‘Hay cosas en los sacramentos que han sido introducidas por los hombres, y éstas no son necesarias, sino que les confieren una cierta solemnidad, útil para mover a la devoción y reverencia en quienes los reciben. Pero hay otras cosas que sí son necesarias, y éstas son las establecidas por Cristo, que es Dios y hombre. Y aunque no todas nos han sido transmitidas en la Sagrada Escritura, la Iglesia las recibió por la transmisión familiar de los Apóstoles, como lo dice San Pablo en 2 Cor 11,34: lo demás lo dispondré cuando vaya’ (III, q. 64, a. 2, ad 1um).
Un sacerdote, a quien por el momento no citaremos, pero que comparte la misma perspectiva del p. Bianchetti y pertenece a su misma congregación, se indignaba contra los que sostienen que la Misa Tradicional y la Nueva ‘tienen el mismo grado de validez y licitud’ (sic), olvidando que algo es justo (y por ende lícito) o no lo es, pero que no existen los grados de licitud. Lo mismo hay que decir de la validez.” Buena la táctica del Padre Federico, de desviar una vez más las cuestiones hacia “la mayoría de las normas” de carácter “convencional”, cuando lo que está en juego, sencillamente es el fondo. Y el fondo se lo repetimos en breve está en el “Breve…”: “el Novus Ordo Missae (…) se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa, cual fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento, el cual, al fijar definitivamente los ‘cánones’ del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera menoscabar la integridad del misterio” (págs. 7 y 8). No es solo en una u otra parte; no solo en lo convencional humano sino en lo central y divino; no solo en el detalle sino también en el conjunto, el Novus Ordo supuso y sigue suponiendo un apartamiento de la teología católica.
Pasamos a otro gran yerro del Padre Federico: “Tercer error del p. Bianchetti: ‘La misa nueva expresa la fe protestante […] El rito es protestante y los protestantes no creen en que Cristo baja al altar. […] La misa nueva es tan protestante que uno no tiene ni idea si consagra o no consagra. (…) La mayoría de las veces uno sale con una angustia más grande que la que entró: ¿será que Cristo está o no está? ¿Será que el sacerdote quiere consagrar o no quiere consagrar?’ Dice que la Misa Nueva expresa ‘la fe protestante’. A esto respondemos: ¿Desde cuándo hay una “fe protestante”? Solo hay una Fe, la católica. El protestantismo no es fe, sino herejía. Si usa la palabra fe como fe humana, entonces su expresión es ambigua.
Cualquier persona que asista a una Misa Nueva celebrada según las rúbricas por un sacerdote con fe, verá que no hay nada que lo mueva a la herejía protestante. ¿Dónde se vio una persona que conozca el catecismo que se haya hecho protestante por asistir a una Misa Nueva celebrada según las rúbricas? ¿Quién en su sano juicio puede afirmar que la Misa Nueva celebrada ad orientem y en latín por la congregación St. John of Cantius o la Misa Nueva dicha por Fray Pierino (el hijo espiritual del padre Pío que lee las almas) -por poner dos ejemplos gráficos- expresa la herejía protestante? Nadie salvo un ideólogo, pero la ideología nubla el juicio”. Empecemos por esto último. Una vez más los agregados del Padre Federico: Misa Nueva “ad orientem”; Misa Nueva en “Latín”; Misa Nueva de “St. John”; Misa Nueva de “Fray Pierino”. Esto es sesgar, esto es no velar por el bien común de la Iglesia entera. ¿Qué hay de las misas nuevas no ad orientem, no en latín, no de St. John, ni de Fray Pierino? ¿Qué hay de ellas, ¡vamos!, y que son la inmensísima mayoría?
En la inmensísima mayoría el Cuerpo de Cristo viaja al suelo con la facilidad con la que se respira el aire. Monseñor Barba no hace mucho cumplió el cometido de destruir lo que quedaba de tradición en la diócesis de San Luis, entre otras cosas metiendo la comunión en la mano modernista. Las misas nuevas en la mayoría de los lugares son ya verdaderos candombes, donde el sacerdote es menos que un laico y un laico más que un sacerdote; donde ya casi las confesiones son charlas de café; donde comulgar en pecado mortal está bien si después te confesas rapidito; donde se hacen bailes, danzas, y movimientos extraños. Por cierto, ya que se invocó al Padre Pio, recordemos sus palabras sobre Vaticano II: “El Concilio, por piedad, terminadlo pronto” (Chiron Ives, El Padre Pio, ed. Palabra, España, 1999, p. 346); ¿y a quién le dijo eso? Ni más ni menos que al Cardenal Bacci, el mismo del Breve Examen Crítico que vengo citando. Vio lo que se venía. Pero, una vez más, dicho lo anterior, la Misa Nueva ha sido perfilada con tintes protestantes. No es el vestido del maniquí, es el maniquí. Esto no es algo del Padre Bianchetti, esto lo hemos visto, está ya acusado en el Breve Examen Crítico, y también da cuenta de lo mismo el gran libro El Rin desemboca en el Tiber, escrito por uno de los mejores religiosos historiadores llamados al Concilio, el Padre Ralph Wiltgen M (S.V.D).
No sé en qué burbuja estará inmerso el Padre Federico, pero no solo conozco gente que abandonó la fe por los candombes que vivió con la Nueva Misa, sino que hasta puedo enumerar sacerdotes (y cuántos) que dejaron su ministerio por ir, gradualmente, perdiendo la fe. ¿Cuántas y cuántas congregaciones se han visto diezmadas tras las innovaciones modernistas introducidas tras Vaticano II? ¿Por qué en San Elías son “tantos”, y por qué se hizo? Pasemos ahora al tema de la fe. Lo paradójico en el escrito del Padre Federico es que ve lo minúsculo y se le pasa lo grueso o lo silencia. Porque es muy minúsculo hablar de “fe protestante”, pues nadie se confunde y entiende que el Padre Bianchetti alude a la creencia protestante. A ver…
Por caso, el converso Robert Hugh Benson, en referencia a su padre anglicano, escribió: “siempre encontré en mi padre cariño (…), pero su acusada personalidad y la firmeza de su fe, me causaron…” (Confesiones de un Converso, ed. Rialp. España, 1998, p. 16). Podría darse muchos ejemplos como el de esa expresión. Pero, ¿por qué mejor el Padre Federico no habla de la mixtura entre catolicismo, protestantismo y otras hierbas, que se han venido haciendo desde Vaticano II? Juan Pablo II sostuvo que los judíos son “nuestros hermanos mayores en la fe”. Cristo los llamó ‘hijos del diablo’, ‘sinagoga de satanás’: resulta que, al parecer, tras Vaticano II, ahora son “hermanos mayores”, y en “la fe”. El inmenso Padre Julio Meinvielle, doctor, profundísimo escritor e investigador infatigable, nos dejó esto en su célebre obra ‘El Judío en el Misterio de la Historia’: “He aquí entonces el papel que le toca desempeñar a la Sinagoga, al judío que queda judío y no quiere reconocer a Cristo. Se dedicará a perseguir a la Iglesia, como observa el Apóstol” (Ed. Cruz y Fierro, Buenos Aires, 1982).
Y en el esclarecedor prólogo a dicho libro, el Dr. Antonio Caponnetto, enseña sin rodeos, con verdad y belleza de expresión: “Judío fue el espíritu triunfante del Renacimiento y la Reforma, judía la inspiración que alienta a la Masonería; creaciones judías el capitalismo y el Comunismo, y maquinación judía la crisis que asuela hoy a la Iglesia por las fuerzas combinadas del Progresismo y todas las corrientes desacralizantes” (ob. cit. p. 10). El Papa Benedicto XVI, amante del falso ecumenismo, enseñó: “esta unidad no significa lo que se podría llamar ecumenismo de regreso, es decir, renegar y rechazar la propia historia de fe. ¡De ninguna manera! No significa uniformidad en todas las expresiones de la teología y la espiritualidad, en las formas litúrgicas y en la disciplina. Unidad en la multiplicidad y multiplicidad en la unidad” (La Revolución de Dios, ed. San Pablo, Buenos Aires, 2005, p 124). El Papa no solo habla en referencia a otras confesiones de sus propias historias de “fe”, sino que está de acuerdo en que no es necesario que se reniegue o rechace esa “fe”. Esto es lo grave, no lo del Padre Bianchetti, pero el Padre Federico se queda en una escaramuza, y se le escapa lo realmente tremendo.
Sigamos. Sostiene el sacerdote de San Elías: “Bianchetti admite que muchos sacerdotes celebran el Novus Ordo y consagran válidamente (cfr. minuto 23), pero dice que la mayoría de las veces los fieles salen angustiados de la misa nueva, pues dudan si hubo o no consagración. Esto es mentira. ¿En qué fuente se basa para afirmar esta estadística litúrgica? Si ningún sondeo, siquiera ad sensum, lo avala, ¿sabe que mentir es pecado?”. Respondo: El Padre Federico juzga con desacierto, e imputa una falsedad. Parecido a lo que cuenta el Padre Bianchetti con la Eucaristía, pasa también con la confesión. El Padre Bianchetti no miente. Eso que el Padre Highton tilda de mentira, eso mismo es lo que muchos al acercarse a la FSSPX expresan. Si está o no está bien tener esa duda, es harina de otro costal; pero que muchos la tienen, la tienen, y por eso no hay mentira en el Padre Bianchetti.
Los otros días, por caso, unos amigos de San Luis fueron a Córdoba. Fueron a una “misa” dada en una iglesia diocesana. Abundaba la joda, incluido karaoke. Conclusión: salieron preguntándose si eso era una misa. Y así pasó con muchos católicos que se fueron escandalizando con lo que veían (¿qué habrá visto el Padre Federico Highton para estar en el reducto San Elías?). ¿Por qué será que el Padre Mambo no celebra el Novus Ordo versión karaoke cordobés, o versión “Despacito” de Luis Fonzi? EN LOS HECHOS -y por más que algunos pontifiquen seriamente que no están de acuerdo con abusos en el Novus Ordo-, les guste o no, eso pasa gracias a que el Ordo de marras habilitó esos abusos, como también en él tiene lugar la comunión en la mano protestantizada. Pienso que el Padre Federico o no está viendo la realidad, o si la ve la está cajoneando. Bueno… una vez más, desde 1969: “Las recientes reformas han demostrado suficientemente que nuevos cambios en la liturgia no podrán hacerse sin llevar a la desorientación más total a los fieles que ya manifiestan que les resultan insoportables y disminuyen incontestablemente su fe” (Breve… p. 8).
En la ‘Conclusión’ del Padre Federico, se lee: “Es sabido que Mons. Lefebvre afirma en el prefacio de su ‘Itinerario espiritual siguiendo a Santo Tomás de Aquino en su Suma teológica’, escrito en 1989, que la fundación de la Fraternidad ‘San Pío X’ es, a su juicio, ‘la única solución para renovar la Iglesia y la Cristiandad’. En el prólogo de la misma obra, hecho en 1990, osa decir que ‘Dios, en su misericordiosa sabiduría, salvó la herencia de su sacerdocio, de su gracia, de su revelación, mediante estos dos obispos’, esto es, mediante él (Mons. Lefebvre) y Mons. Castro Mayer. He aquí que, después de haber explicitado y refutado las barbaridades dichas por el p. Bianchetti y haber visto cómo contradicen las enseñanzas perennes del Aquinate, desde estas modestas líneas, invitamos a los superiores de este joven clérigo a que, si siguen aspirando, a nivel congregacional, a ser ‘la única solución para renovar la Iglesia y la Cristiandad’ -como soñaba Lefebvre-, a que obliguen al p. Bianchetti (y todos sus cohermanos que abrazan los mismos desvaríos), a retractarse para conformarse no a las opiniones del suscripto sino a la doctrina del mayor santo de los sabios y el mayor sabio de los Santos, Santo Tomas de Aquino. En breve, quien pretenda ser miembro de un movimiento que osa querer ser ‘la única solución’ y el salvador de la herencia de la gracia divina (si es que este ‘mesianismo congregacional’ fuese viable), que al menos empiece leyendo la Suma Teológica.”
Respondo: ¿Desvaríos? Desde que hace años tildaron los pasos de Monseñor Lefebvre de “desvaríos”, mal que le pese al Padre Federico sigue siendo, en y gracias a la FSSPX, que se conserva íntegra la fe católica. Desvaríos son las encuentros movidos por el falso ecumenismo; desvarío es la comunión en la mano modernista; desvarío es haber convertido la Casas de Dios en un cambalache circense; desvarío es haber visto a un ex Obispo de San Luis celebrando con los judíos una de las festividades judías; desvarío es ver a Papas en yunta con las masonerías como la Trilateral o la B'nai B'ritht; desvarío es haber pisoteado la tradición católica para dar rienda suelta a la bestia modernista. El famoso Padre Lacunza (1731-1801) también tiene una respuesta para el Padre Highton: hablando de los malos pastores que vendrían, sostuvo que son los que viven “con aire de piedad y máscara de religión: todo confirmado con fingidos milagros” (‘La Venida del Mesías en Gloria y Majestad’, ed. Universitaria, Chile, 1969, p. 83) (…).
¿Qué tenemos, pues, que maravillarnos de que el sacerdocio cristiano pueda en algún tiempo imitar en gran parte la iniquidad del sacerdocio hebreo? ¿Qué tenemos que maravillarnos de que sea él únicamente simbolizado en esta bestia de dos cuernos? Los que ahora se admiren de esto, o se escandalizaren de oírlo, o lo tuvieren por un despropósito increíble, es muy de temer, que llegada la ocasión, sean los primeros que entren en el escándalo, y los primeros presos en el lazo. Por lo mismo que tendrán por increíble tanta iniquidad en personas tan sagradas, tendrán también por buena la misma iniquidad” (ob. Cit. p. 85). Le digo al Padre Federico, cuidado: a varios se los trató de delirantes y resultó que eran los que tenían la razón (y en nuestro caso, la fe en su integridad).
Acerca del ‘Tomismo’
El Padre Federico discurre amplía pero superficialmente haciendo gala de ser tomista. Pienso que el tomismo no implica convertirse en una máquina repetidora de citas del Aquinate. El tomismo es, diría yo, algo así como un hábito mental, una forma especial de volar en el universo católico, forma que es vida para el espíritu, que enlaza maravillosamente el sentido común y la sabiduría. Pero, ¿por qué señalé lo de superficialidad? Porque el tomismo se funda en la INTEGRIDAD CATÓLICA. No se entiende de otra manera sino unido a esa INTEGRIDAD. Ahora bien, como el modernismo ha penetrado en la Iglesia, ganado amplias filas y en cuanto puede tiende a destruir lo católico, por eso mismo también lucha, de una u otra manera, contra el tomismo. Modernismo y tomismo son cosas incompatibles, y esto el Padre Federico, al parecer, no lo entiende.
No se trata de lo que él tiene por “quid” de su escrito, no se trata de la consagración o no consagración, se trata del modernismo en su totalidad. De modo que aparece esto otro: es el Padre Bianchetti el verdaderamente tomista, pues él ve al tomismo en la integridad del catolicismo, mientas que el Padre Federico lo ve en la parcialidad de lo que fue fruto del modernismo, esto es, el Novus Ordo. No puede, por caso, aplicarse el tomismo a un Novus Ordo que, entre otras cosas, habilitó en casi todas las diócesis del mundo occidental la nefasta comunión en la mano modernista de hontanar protestante, y no, como falsamente muchos suponen, de anclaje en lo antiguo (que aún si así fuera, se hubiera traído a estos tiempos no una raíz tradicional, sino una rama seca que fuera podada por la misma Iglesia). El Novus Ordo ha permitido cosas horrorosas, y hoy están ante nuestros ojos. Como ya he indicado, es ‘por’ el Novus Ordo (y no solamente ‘con’), que se dan las irreverencias, las indignidades, los escándalos, el alimentar perplejidades, el no estar anclado en la tradición.; de ahí que el Padre Federico solo pueda centrar su defensa en casos aislados: pero, lo repito de nuevo, en la Iglesia se debe mirar por el bien común trascendente y no por lo particular.
Es viendo el tomismo en la INTEGRIDAD CATÓLICA, que con solo una frase bastaría para zanjar varias cuestiones: “El sacerdote que ejerce su orden indignamente es como blasfemo y embustero. Y peca mortalmente” (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, cuestión XXXVI, artículo 5°, ed. Club de Lectores, Buenos Aires, 1950, tomo XIX, p. 39). Pienso que coincidiremos en que la comunión en la mano modernista es algo de lo más indigno (“La unción consagra para poder tocar el sacramento, y por esto la unción se hace a solos los sacerdotes que tocan con sus propias manos el Cuerpo de Cristo” –ob. cit. p. 54, cuestión XXXVII, artículo 5). Repito: el tomismo y el modernismo son incompatibles. Hay, dice el Doctor Angélico, eso del “embuste”.
Eso vemos con claridad: el embuste. El modernismo ha llegado a los cólmos del embuste, presentándose como católico íntegro sin serlo, promoviendo el más vil de los tratamientos para con la adorabilísima Eucaristía. Es bueno saber con Santo Tomás (y Monseñor Lefebvre bien que lo sabía), que “Dios nunca abandona a su Iglesia hasta el punto de que no se encuentren ministros idóneos suficientes para subvenir a las necesidades del pueblo, escogiendo los que son dignos y rechazando los indignos. Y si no se pudieran encontrar tantos ministros como son precisos al presente, mejor es tener pocos pero buenos, que muchos malos, como dice San Clemente” (ob. cit. p. 38).
Sostiene el Padre Federico: “una de las cosas más graves del discurso de Bianchetti, y en esto se cifra el quid de nuestro escrito, es que dice lo siguiente: ‘La Misa Nueva es tan protestante que uno no tiene ni idea si consagra o no consagra. (…) La mayoría de las veces uno sale con una angustia más grande que la que entró: ¿será que Cristo está o no está? ¿Será que el sacerdote quiere consagrar o no quiere consagrar? O sea, el rito de la Misa [Nueva] no me está garantizando la intención de cambiar el pan en el cuerpo de Cristo (…). Además, toda la formación sacerdotal en los seminarios tampoco le garantiza la fe en la transubstanciación (…). Entonces lo que va a ocurrir con el tiempo es que cada vez con el tiempo van a aumentar las misas inválidas (…). Porque disminuye la Fe, están perdiendo la intención, entonces cada vez van a haber más misas inválidas. […].
En pocas palabras, Bianchetti, con toda vehemencia y claridad, afirma que la Misa Nueva puede ser válida o inválida y que para ser válida requiere que el sacerdote tenga fe eucarística, de modo tal que si no tiene fe, no es válida ya que la carencia de fe, ipso facto, según Bianchetti, le impediría tener la intención -que se requiere para consagrar-. Completa su errada tesis diciendo que la Misa Tradicional ayuda a que el sacerdote tenga fe y posea intención de consagrar, pero, dice, que la Misa Nueva predispone al sacerdote a hacerse protestante y por ende dificulta grandemente que él conciba la intención necesaria para consagrar (valga aclarar que la doctrina católica enseña que si el sacerdote celebra la misa sin aquello que se llama “intención”, entonces la misa no es válida). Refutemos ahora el error de Bianchetti.
A este respecto, el primer error de este clérigo es que cree que si el celebrante carece de fe, entonces no hay consagración. Este es el meollo de la cuestión. Ahora bien, el problema es que esta tesis de Bianchetti es de suyo falsa. En efecto, como enseña Santo Tomas de Aquino, el sacerdote sin fe, consagra válidamente, esto es, tenga o no tenga fe, sea o no sea un hereje, la misa del sacerdote apóstata (es decir, que renunció a la fe) o que nunca tuvo fe, es siempre válida. Leamos los textos de la Summa Theologiae, donde el Doctor Angélico nos explica este punto: “Sólo Dios es quien produce el efecto interior del sacramento” (III, q. 64, a. 1, s.c.).
“El efecto propio del sacramento no se obtiene por la oración de la Iglesia o del ministro, sino por el mérito de la pasión de Cristo, cuya virtud actúa en los sacramentos (…). Por donde se deduce que el efecto del sacramento no es superior porque sea más santo el ministro” (III, q. 64, a. 1, ad 2um). “¿Qué te puede hacer un mal ministro si el Señor es bueno?” (III, q. 64, a. 5, s.c.). “El cuerpo del médico —instrumento del alma en el ejercicio de la ciencia médica— puede estar sano o enfermo; y un tubo por el que pasa el agua puede ser de plata o de plomo. Por consiguiente, los ministros de la Iglesia pueden conferir los sacramentos aunque sean malos” (III, q. 64, a. 5). “Así actúa Cristo en los sacramentos, sirviéndose de los malos ministros como de instrumentos inanimados. Y de los buenos como de miembros vivos” (III, q. 64, a. 5, ad 2um). “la perversa intención del ministro en los sacramentos pervierte únicamente lo que es obra suya, no lo que es obra de Cristo, de quien él es ministro” (III, q. 64, a. 10, ad 3um).
Llama particularmente la atención que Bianchetti diga que “Tenes que ser un idiota para no darte cuenta que [el Misal Tradicional] te está obligando a consagrar”. Y decimos que llama la atención ya que no sólo porque la Iglesia no ordena idiotas sino porque el grado de inteligencia o rapidez mental del sacerdote no tiene ninguna relación con la validez de la Misa. Desde estas líneas le aconsejamos a Bianchetti que si quiere promover tal o cual conducta, se valga de argumentos verdaderos y no de sofismas.” Hasta aquí el “tomista” Padre Federico. Me pregunto: ¿estará bromeando? ¿Se dará cuenta que cuanto Santo Tomás ha dicho lo ha dicho en la INTEGRIDAD DEL CATOLICISMO, lo que también implica estar refiriéndose a la INTEGRIDAD DE ALGO QUE SIEMPRE SE CONOCIÓ COMO SANTA MISA? Una de las falacias que está llevando a cabo el Padre Federico, es aplicar los textos que Santo Tomás escribió en análisis de la Santa Misa, al Novus Ordo o Misa del experimento (“Desde el comienzo se supone al nuevo rito al que denominan pluralístico y experimental, como expuesto a la continua variación de tiempos y lugares”, Breve, p. 91). Por eso yerra el sacerdote fieramente al decir “este es el meollo de la cuestión”, ¡no! Eso es no entender la revolución operada contra la Iglesia por hombres que se dijeron y se dicen de Iglesia.
El Padre Federico supone una suerte de continuidad maravillosa entre la doctrina de Santo Tomás y el Novus Ordo, y esto es falso de cabo a rabo. ¿Y eso es hacer gala de tomismo? ¿Cómo se lo explicamos al Padre Federico? Brevemente, con el Breve: “Desgarrada así para todos los tiempos la unidad del culto, ¿qué será ya de aquella unidad de la fe, que nacía de ella, y que hasta ahora siempre se dice ser una cosa síntesis de todo, y que debe ser defendida sin equívocos” (Breve…p. 91). Atención: “Es evidente que el Novus Ordo ya no quiere seguir expresando la fe de Trento. A esta fe, están vinculadas para siempre las conciencias de los católicos” (Breve, p. 93). Mientras que para los Cardenales “Es evidente”, no parece serlo para el tomista que vengo objetando. Es a la Fe católica, la fe de Trento, con la que se vincula la conciencia de los católicos; por eso, al ver que el Novus Ordo no se sustenta en la FE CATÓLICA ÍNTEGRA, de ahí que nacen las perplejidades.
El Padre Federico una vez más, queriendo hacer demostración de tomismo, vuelve a desviarse de lo central, sosteniendo que el quid pasaría por la consagración o la no consagración. Eso es no haber entendido el problema. El quid no está en si se consagra o no se consagra, sino en que el modernismo les pasa por las narices con su putrefacto perfume, y lo siguen oliendo diciendo que tiene notas agradables si se lo sabe usar buenamente. Veamos un poco más la acción atrapante del modernismo. Sigue el Padre Federico su crítica sobre lo dicho por Bianchetti: “en el misal nuevo lo único que hay es una narración, (…) como si yo les leyera el Evangelio’. Falso. La fórmula es prácticamente la misma. Comparemos la fórmula consecratoria del Canon del misal nuevo y la del misal tradicional.
El misal tradicional, según la traducción de Don José Pulido y Espinosa (Pulido y Espinosa, J., Misal Romano traducido al español conforme al que usa la iglesia según el decreto del sagrado Concilio Tridentino confirmado por los Sumos Pontífices San Pío V, Clemente VIII y Urbano VIII aumentado con todas las misas nuevas concedidas hasta hoy con indulto apostólico, y arreglado para el mejor uso de los fieles, Librería Española, Guayaquil, 1851, p. 171), dice así: ‘Quien en la víspera de su pasión, tomó el pan en sus santas y venerables manos, y levantando sus ojos al cielo, hacia ti, oh Dios, tu Padre omnipotente, dándote gracias bendijo + este pan, lo partió y lo dió a sus discípulos diciendo: tomad y comed de él todos’. El misal nuevo dice así: ‘el cual la víspera de su pasión tomó pan en sus santas y venerables manos y elevando los ojos al cielo, hacia Ti Dios Padre suyo todopoderoso dando gracias te bendijo [en la última versión francesa, ‘dijo la bendición’], lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: tomad y comed todos de Él porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros’. No hace falta ser muy lúcido para darse cuenta de que ambas fórmulas son narraciones.” Lo que es no haber advertido que el punto central pasa por el modernismo que hizo un rito experimental, y no en el malogrado intento de aplicar el Aquinate y su INTEGRIDAD CATÓLICA a una invención. Veamos: “La antigua fórmula de la Consagración era clara y propiamente sacramental, pero no meramente narrativa” (Breve… p. 57).
Lo dicen los Cardenales Ottaviani y Bacci, mucho antes que el Padre Bianchetti. Sin embargo, el Padre Federico sostiene: “No hace falta ser muy lúcido para darse cuenta de que ambas fórmulas son narraciones.” Hace falta un mínimo de lucidez para darse cuenta lo qué hizo el modernismo. ¿Qué quiere el modernista con su invención del Novus Ordo? “Todas estas cosas juntas, con su repetición, manifiestan y confirman injuriosamente la implícita negación de la FE en el augustísimo dogma de la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía” (Breve…p. 51). Más claro: “EN VERDAD, EL CAMBIO DE LA FORMULACIÓN REVELA TAMBIÉN UN CAMBIO DE DOCTRINA” (Breve, p. 47). Cuando veo lo de la comunión en la mano modernista ya casi POR TODOS LADOS; cuando veo ya a qué colmos de indignidad y de rebaje se ha llegado, más veo cumplidas las esclarecedoras palabras de Ottaviani y Bacci: “Eliminado el eje cardinal, se inventan vacilantes estructuras; echados a pique los verdadeos fines de la Misa, se mendigan fines ficticios (…). Todo esto pronto caerá en ridículo, hasta que el sentido primigenio de la oblación de la Única Hostia caiga poco a poco completamente en el olvido; así también las reuniones que se hacen para celebrar la inmolación de la Hostia se convertirán en conventículos de filántropos y en banquetes de beneficencia” (Breve, p. 43).
El tomismo no es para fabricar vidrieras que alardean de tomistas, sino que es una exquisita escala a la Sabiduría partiendo de un amor inconmensurable y humildísimo hacia la INTEGRIDAD CATÓLICA. De ahí que por una vía tomista se pueda alcanzar la Sabiduría Eterna, y por vía modernista se llegue “al humo de Satanás que ha ingresado por alguna grieta en la Iglesia, según el Papa Pablo VI. Remarco, una vez más, que lo que el Padre Bianchetti sostiene es sobre el Novus Ordo; mas de lo que hace el Padre Federico es traer a cuento textos tomistas que son de aplicación a la Santa Misa para engarzarlos como puede en el Novus Ordo. La distinción es necesaria ante la confusión que impera.
Discurre el Padre Federico por la varios puntos de la cuestión 64 de la tercera parte de la Suma, cita y cita sobre la cuestión de los malos sacerdotes, mas, como hemos visto, ese punto no es el foco del asunto. Y eso por dos razones: primera, porque Santo Tomás al hablar de eso, lo hace, lo repito nuevamente, en referencia a sus lecciones sobre la Santa Misa; ni él en su sapiencia máxima debe haber imaginado al Novus Ordo, que es, como lo dice el Breve, contrario a la fe de Trento, es decir, a la fe católica; segundo, y derivado de lo anterior, porque el punto principal es la invención modernista en sí, no si en el Novus Ordo hay buenos o malos sacerdotes. Dice el padre Federico: “Quinto error del p. Bianchetti: él elogia que el misal antiguo tiene una rúbrica que pide que las palabras consagratorias se lean clara y distintamente y que están en letra grande.
Respondemos: hay muchísimas ediciones (la inmensa mayoría hasta donde vimos) del misal nuevo que ponen las palabras consecratorias en letra grande. Es más, el misal nuevo explícitamente pide que las palabras consecratorias se lean clara y distintamente. En efecto, el misal nuevo dice lo siguiente: 'En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas’ (Misal Romano).” Sostiene el Padre Federico que en las nuevas ediciones “explícitamente” se pide que se lean “clara y distintamente”. Pero cuando reproduce el texto solo encontramos que se afirma que se digan “con claridad”. No sale lo de “distintamente”, siendo que él asevera que está ¡explicitamente! Ponemos aquí la razón que está silenciando el Padre: en el Novus Ordo, va todo junto, “no distintamente”. Vemos también que con el novedoso rito han introducido esa fábula protestante de los “Ministros Extraordinarios de la Eucaristía”, esto es, laicos y laicas, y quizá también ya haya laiques.
Ya decía Santo Tomás: “Ha llegado a nuestro conocimiento que algunos presbíteros entregan el cuerpo del Señor a legos o a mujeres para llevarlo a los enfermos. El sínodo prohíbe que se haga eso en adelante. Es el sacerdote quien ha de dar la comunión a los enfermos” (III q. 82 a. 3). Y pensar que hoy se lo tiene como moneda corriente bajo la novedad consabida. Y de nuevo: “Al sacerdote pertenece administrar el cuerpo del Señor por tres razones: primera, porque como hemos visto, consagra en persona de Cristo; y como Cristo consagró su cuerpo en la Cena y lo dio a comer a otros, el sacerdote debe también consagrar y administrar. Segunda, porque el sacerdote es medianero entre Dios y el pueblo; y si es propio suyo ofrecer a Dios los dones del pueblo, lo será asimismo dar al pueblo los dones divinamente santificados. Tercero, porque es reverencia hacia el sacramento no tocarlo por cosa que no esté consagrada. El corporal y el cáliz están consagrados, como las manos del sacerdote. Por eso, a ningún otro es lícito tocarlo, a no ser por necesidad; como si cayera al suelo o en otro caso similar” (III q. 82 a 4).
Con todo, es muy llamativo que quien se tiene por “tomista” (Padre Federico), haya pasado por alto lo que Santo Tomás sostiene en la III q. 82 a. 9. Allí, si bien está claro que el Doctor Angélico no imaginó lo que con el devenir de los siglos llegó a ser la invención modernista llamada ‘misa experimental’, el Aquinate, con su espíritu de águila y profético, dejó las pautas por si ocurriese algo parecido. Toca en la referida cuestión el tema de “Si se puede recibir lícitamente la comunión y oír la misa de los sacerdotes herejes, excomulgados o pecadores” (en esto último se hace referencia a pecados públicos). Notemos desde el inicio lo que aquí se pone: “pecadores”, y véase la variación con lo que el padre refería sobre la q. 64. Y bien, supongamos simplemente que todo se trate de “pecadores públicos”, ni que decir de sacerdotes que son públicos por su profesa prédica y participación en la indigna comunión en la mano de raíz protestante.
¿Qué dice Santo Tomás ante esos casos? ¿Cómo actuar católicamente? Nos responde: “Porque rehuyamos oír misas de tales sacerdotes o comulgar de sus manos, no rehuimos los sacramentos de Dios, sino más bien los veneramos. De hecho se debe adorar la hostia consagrada por éstos (alude a casos dados con la Santa Misa). Continúa Santo Tomás: “lo que rehuimos es el pecado de quienes administran indignamente”. Por traslación, pienso: si eso es dable hacerlo -y es TOMISMO EN LA INTEGRIDAD DEL CATOLICISMOrespecto a sacerdotes que celebraban la Santa Misa, cuánto más se lo debe hacer respecto de un Ordo que ya sus frutos liberan una hediondez insoportable. Profundiza el Aquinate lo anterior: “Dice el canon: ‘nadie oiga misa de sacerdote del que se sabe con certeza que tiene concubina” (…). Hemos visto que los sacerdotes herejes, cismáticos, excomulgados o pecadores, aunque tengan poder para consagrar la eucaristía, no lo usan con rectitud y pecan cuando lo hacen. Quien hace causa común en el pecado de alguien, se hace partícipe de él (…). Por lo tanto, no es lícito recibir de ellos la comunión ni oír su misa.” (III q 82 a.9). Una vez más, es extraño que el Padre Federico haya pasado por alto lo aquí expuesto. Aclaraciones necesarias: a. A fuer de ser cansador, repito: lo que dice Santo Tomás lo dice en orden a la Santa Misa Tradicional; por tanto: ¿qué pensar si se lo aplica a un rito inventado que llega a permitir el trato de lo más indigno para con el Divino Salvador en la Eucaristía? b. Si Santo Tomás mismo sostuvo que no se debe concurrir a misa celebrada por los indicados, y eso que se trataba de lecciones en torno a LA SANTA MISA, mucho menos se debe asistir a un rito experimental, que avala, entre otras cosas, que Cristo sea pisoteado. c. Y si sé que eso que hace el sacerdote está mal, me hago cómplice con el sacerdote de ese mal. d. Como sé que no faltará quien salga con el hecho de que lo de “hereje, cismático y excomulgado” se debe aplicar a los obispos que aquí defiendo, digo simplemente que se informen bien, y así verán que solo es otro cuento más de un fantasma finamente pergeñado, para hacérselo lo más creíble y efectivo; mas, contra los hechos irrefutables que enseñan quién guarda realmente la catolicidad en su integridad, ningún fantasma, por muy gigante que el diablo logre idearlo, tendrá poder alguno. No me extiendo en esta última cuestión porque no está en juego.
Entendido el verdadero tomismo a la luz del sentido común y la doctrina íntegramente católica, dígase lo que se quiera, mas no hay con qué darle: el Padre Bianchetti; Monseñor Marcel Lefebvre; Monseñor de Castro Mayer; y la Fraternidad Sacerdotal San Pio X (FSSPX), responden perfectamente al espíritu tomista.
San Alfonso María de Ligorio: Picante
Cuando veo lo que se hace a través del Novus Ordo debido al Novus Ordo y al movimiento que tiene detrás, no puedo dejar de pensar en las palabras de San Alfonso María de Ligorio, palabras que las refería bajo el ámbito de la Misa Tradicional. ¡Qué diremos ahora, donde aquellas admoniciones no se deben a cuestiones personales sino ya a impulsos estructurales de una invención! Con las expresiones que anotaré, también puede verse respondidos varios de los planteos del Padre Federico, siempre teniendo presente que el punto central de todo lo que nos pasa es el modernismo destructor que quiere corroer la integridad católica. Veamos:
a. “Según el común sentir, las rúbricas -del misal de San Pío V- son de precepto, ya que en la bula que encabeza el misal, manda que se celebre misa según las rúbricas del misal, y esto lo manda ditricte, in virtute sanctae obedientiae. De aquí se sigue que quien falta a las rúbricas no se pueda excusar de pecado, y quien falta en materia grave no se puede excusar de pecado mortal” (La Dignidad y Santidad Sacerdotal, ed. Apostolado Mariano, España, 1983, págs. 172 y 173). Reflexiono sobre lo del Padre Federico, y me pregunto: ¿qué conclusión sacará él de lo dicho por San Alfonso, siendo que los Cardenales Ottaviani y Bacci dijeron que el Novus Ordo implicó un error monstruoso (en sí, esto es, la invención)? ¿Y qué concluirá al pensar que en casi todas las parroquias del mundo occidental, a Cristo se lo trata con una superlativa indignidad con esa execrable comunión en la mano modernista?
b. “Muchos doctores llegan a decir que el descuido notable de las ceremonias puede muy bien constituir pecado mortal” (ob. cit. 173).
c. “La falta de respeto, aún exterior, debida a la misa es tal irreverencia, que llega, hasta cierto sentido, a rayar la impiedad. Así como las ceremonias bien ejecutadas son señal de respeto, así también mal ejecutadas son indicio de irreverencia, que en materia grave constituyen pecado grave” (ob. cit. 173). Tenemos un Novus Ordo que estructuralmente “se aparta en conjunto y en detalle de la teología católica”. Hoy ya se puede ver con total evidencia, a Conferencias Episcolpales, a Obispos y a una inmensa cantidad de sacerdotes, cometer faltas de respeto exteriores proverbiales.
d. “El Concilio de Tours ordenó en 1583 que los sacerdotes estuvieran bien instruidos en las ceremonias de la misa, ‘a fin de no ser causa de la destrucción de la devoción en el corazón de sus ovejas en lugar de introducirlas a la veneración de los sagrados misterios” (ob. cit. p. 174). ¿Qué pensar de una obra ritual que ya comenzó rompiendo con la Tradición Católica?
e. “¡Pobres sacerdotes! Y ¡pobres obispos que permiten celebrar a tales sacerdotes, ya que los obispos, como dice el Concilio de Trento, están obligados a prohibir tales misas celebradas con semejante irreverencia (sess. 22, Decr. De obs. In mis) (ob. cit. p. 176). Se me viene a la mente Monseñor Barba.
Conclusión
Mal que le pese al Padre Highton, que Monseñor Lefebvre haya visto en la FSSPX la única solución para un regreso al verdadero catolicismo, no tiene nada de malo si bien se mira, por la sencilla razón de que la solución que Monseñor da -y los frutos le van dando la razón-, es la que siempre se vivió hasta antes del Vaticano II. La solución que Monseñor Lefebvre da para conservar el catolicismo, es respetar y vivir plenamente ese catolicismo. La paradoja es esta: que sacerdotes como el Padre Federico se asombren de esa solución; y eso también se debe al hecho de estar defendiendo los frutos de Vaticano II. Y el Padre Federico comete una injusticia: porque monseñor Lefebvre no vio la solución en una Fraternidad, sino que vio la solución en lo que esa congregación haría, esto es, lo que siempre se hizo en la Iglesia; él veía “la necesidad, no solamente de transmitir el sacerdocio auténtico, no solamente la sana doctrina aprobada por la Iglesia, sino el espíritu profundo e inmutable del sacerdocio católico y del espíritu cristiano ligado esencialmente a la gran oración de Nuestro Señor que expresa eternamente su sacrificio de la Cruz” (Monseñor Lefebvre, Itinerario Espiritual, Buenos Aires, 1991, p. 6).
Hay que interpretar bien los textos. Mientras la FSSPX sigue brindando a los fieles católicos el catolicismo ÍNTEGRO que un supuesto delirante defendió hace años, los cuerdos modernos, cuanto más, solo pueden presentar los despojos de un catolicismo DESINTEGRADO gracias a la avanzada modernista. Mientras el Padre Federico (doctor, por cierto) arremete contra Monseñor Lefebvre y Monseñor de Castro Mayer, hay un videíto de tres minutos y veintidós segundos, en donde Monseñor Isidro Puente (sacerdote con varios doctorados y conocedor de más de 12 lenguas), desbarata las injusticias dichas sobre tales obispos, agregando que, para él, “Monseñor Lefebvre está en el cielo”. Dejo el link por acá, por si el Padre Federico quiere verlo: https://www.youtube.com/watch?v=-oh6dJXp388. También le podemos responder con las palabras del ex Nuncio Apostólico para los Estados Unidos, Monseñor Carlos María Vigano: “Los Pastores están llamados a pastorear el rebaño del Señor, a mantener a raya a los lobos rapaces y a expulsar a los mercenarios que no se preocupan por la salvación de las ovejas ni de los corderos.
Este trabajo, a menudo silencioso y oculto, fue realizado por la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, la cual tiene el mérito de no haber dejado apagar la llama de la Tradición, en un momento en que la celebración de la Misa Antigua, era considerada subversiva y por ello, era motivo de excomunión. Sus Sacerdotes eran una espina sana en el costado del cuerpo eclesial, [sana espina] en el sentido de ser similar a algo insoportable para los fieles: un reproche constante por la traición cometida en contra del pueblo de Dios, una alternativa inadmisible al nuevo camino conciliar. Y si su fidelidad hizo inevitable la desobediencia al Papa, como consecuencia de las consagraciones episcopales, justamente gracias a ellas, dicha Fraternidad pudo protegerse del ataque furioso de los Innovadores, y su existencia permitió la posibilidad de la liberación del Rito Antiguo, que hasta entonces estaba prohibido. Su presencia también permitió que emergieran las contradicciones y los errores de la secta conciliar, tan proclive a hacer permanentes guiños a los herejes y a los idólatras, mientras que se mostraba implacablemente rígida e intolerante, hacia la Verdad Católica.”
Ya que le gusta al Padre Federico hacer gala de tomista, es desde el tomismo donde veo otra paradoja. Y es que si hay doctrina que los seminarios modernos detestan; si hay libros que el modernismo escupe; si hay un faltante en la mayoría de las congregaciones actuales, es precisamente el estudio serio de Santo Tomás. De modo que los casos aislados de quienes siguen a Santo Tomás, no prueban más que una cosa: la crisis de buena doctrina que venimos viviendo. Esto también lo señaló Monseñor Lefebvre desde sus tiempos, y también está en su ¡Itinerario Espiritual!: “La enseñanza católica se hace ecuménica y liberal, los catecismos son cambiados y ya no son católicos, la Gregoriana de Roma pasa a ser mixta, Santo Tomás ya no está en la base de la enseñanza” (Itinerario Espiritual, Buenos Aires, 1991, p. 12).
La defensa que del Novus Ordo hace el Padre Federico; su pasar por alto cuestiones tan pero tan profundas y gruesas; su “no visión” de lo que a los fieles les sucedió y les sucede con la misa experimental referida; no me extraña. Otrora pasó que muchos defendieron el Novus Ordo porque no se animaron a defender como era de esperarse la misa de siempre, la católica. Luego pudieron celebrar la misa de siempre y empezaron a desprenderse del nuevo Ordo, más bien en forma muy silenciosa. Ahora que ven aprisionada nuevamente la misa de siempre con el Motu proprio Traditiones Custodes, retornan a la defensa del Novus Ordo. Malabarismos. La Iglesia Católica no es un obispo abonado, ni un reducto seudoprolijo. No se puede ver al Novus Ordo citando a dos o a tres padres que “celebren bien”: esa visión no es católica, no mira a la universalidad. El Padre Federico, haría bien en contar cómo los comandos modernistas pertrechados en las Conferencias Episcopales manejaron y manejan el Novus Ordo.
En casi todas las diócesis de occidente se practica la nefasta comunión en la mano modernista, la misma de la que sabemos esto: “La práctica de comulgar en la mano fue introducida poco después del Vaticano II en Holanda por sacerdotes con mentalidad ecuménica que querían imitar la práctica protestante” (Davis, Michale,,Un Privilegio de los Ordenados (Algunas precisiones sobre la comunión en la mano), Buenos Aires, 1996, p. 11). No se trata ya de la consagración: se trata del modernismo destructor y que deja perplejo a cualquier católico que ame su fe, pues ya se ve bien asentada la abominación de la desolación en el lugar santo. Y todavía se pretende exigirle al Padre Bianchetti estadísticas sobre perplejidades o imputarle que miente. Miren… Si el Padre Bianchetti es un mentiroso, entonces el ‘Breve examen…’ es un rejunte demoníaco redactado por dos avezados mentirosos: “Es evidente que el Novus Ordo ya no quiere seguir expresando la Fe de Trento. A esa Fe, sin embargo, están vinculadas para siempre las conciencias de los católicos. Por consiguiente, después de promulgado el Novus Ordo, el verdadero católico, de cualquier condición y orden, se encuentra en la trágica necesidad de optar entre cosas opuestas entre sí” (Breve… págs. 91 y 92). Y una cosita. En 1969, cuando eso se dijo, el Padre Bianchetti aún no estaba en la panza de su excelente madre. Si el Padre Federico no quiere aceptarlo, allá él; pero ya desde aquellos lejanos días el católico se encuentra en una “trágica necesidad de optar”.
El Breve Examen enseñó que el segundo Canon “escandalizó de inmediato a los fieles por sus excesiva y pelada brevedad. De este canon se ha escrito, entre otras cosas, que un sacerdote sin fe en la transustanciación y en la naturaleza sacrificial de la Misa puede usarlo con tranquilidad de espíritu para celebrar su Misa; y que, por lo tanto, tal Misa también puede ser dicha sin ninguna dificultad por un ministro protestante” (“Breve…”, p 89). Escandalizados.
Silencios y perplejidades. Ambas cosas intenté probar en este escrito, los primeros por parte del Padre Federico Highton, las segundas en los católicos perplejos. Lo vuelvo a repetir, conforme a lo que modestamente veo: las filas cada vez se cierran más, tanto del lado amante de la tradición católica, como del lado del modernismo seudocatólico. La posición malabarista, siempre fue, en definitiva, un sumar para los últimos. Estamos en días en los que se da lo que el Padre Castellani ya veía: «La religión adulterada hace gala de la fama de los antiguos santos muertos; y persigue a los santos vivos (...). El actual modernismo religioso se apropia de las glorias terrenas de la Religión (...). Explotadores de la religión que plantaron otros» (Castellani, Leonardo, El Apokalypsis, ed. Jus, México 1967, págs. 245 y 246). Días que no son otros que los que nos adelantó San Pablo: “Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina” (II Timoteo 3, 4).
Alguien creerá poder pulverizar cuanto aquí he afirmado, echando por tierra directamente lo que fuera dicho en el Breve Examen Crítico del Novus Ordo. Pero no se puede: porque los hechos confirman cuanto allí se ha dicho, y porque lo que allí se dijo es, ni más ni menos, que la voz fortísima e indestructible del catolicismo. Comencé este artículo haciendo una invitación; y bien, el que haya acabado de leer el libro de San Alfonso sobre la “Dignidad y Santidad Sacerdotal”, verá que cuanto allí se dice, hoy por hoy, eso se da en la FSSPX.
Hasta aquí mi sentida defensa del querido Padre Bianchetti, lo que a su vez, por extensión, la miro como defensa de la Tradición Católica. Y va una modesta sugerencia para el apreciado Padre Federico Highton: únase de algún modo con los Padres de la FSSPX, ellos siempre tienen las puertas abiertas para quienes quieren conocer y vivir lo que siempre fue la integridad católica. Pienso que los tiempos ya han aportado evidencias de sobra sobre dónde se encuentra la catolicidad en su integridad. Los fantasmas que siempre se hicieron pesar sobre la obra de Monseñor Marcel Lefebvre, tienen su lógica: vinieron de parte de la inmensa mayoría que miran bien la falsa unidad con otros credos, que miraron bien los maltratos de todo género para con el Santísimo Sacramento del Altar, para con la Eucaristía.
Podría resumirse todo con las siguientes palabras de San Alfonso, Doctor de la Iglesia, el cual sostenía, en ¡referencia a la misa de siempre!, que: “La misa celebrada con devoción inspira devoción a quienes lo oyen, y, por el contrario, la misa indevota hace perder la devoción y hasta casi también la fe de quienes la oyen”. Si eso decía el santo de la misa católica, ¿qué podemos decir de un Ordo que “se aleja de manera impresionante de la teología católica”? Y si allá por misas indevotas podía perderse la fe, ¿qué diremos de un Ordo que introdujo, como vimos, lineamientos claramente atacantes de la fe católica? (“La Dignidad y Santidad Sacerdotal, ed. Apostolado Mariano, España, 1983, p. 175). “El Novus Ordo Missae (…) subvierte una tradición inmutable en la Iglesia (…).
Esta reforma carece objetivamente de fundamento racional” (Breve… p. 19). En este ocaso de los tiempos que acentúa su tenebrosidad, donde la noche cada vez se hace más negra, donde la confusión gana niveles impensados, donde el mundo nos zarandea bestialmente, donde la abominación de la desolación en el lugar santo está muy plácidamente acomodada, pido a la Reina Inmaculada, ‘Terrible como un ejército en orden de batalla’, nos asista para resistir, nos de sabiduría para aferrarnos a la verdad, nos tienda siempre sus amorosas manos para levantarnos si caemos, y, finalmente, nos conduzca a la Luz, esa que vino a este mundo y que el mundo no quiso: Cristo.